Friday 29 November 2013

Ganar tierra consciente al mar

En su día en el blog los días de la playa

Vaya, ahora lo auténtico es la pretenciosa rutina de cada día y su pátina de emociones prefabricadas, engrasadas como un guante para sobrevivir, total para que al final la vida se devore a sí misma. El hombre adulto, y sus ficciones de bajo perfil. Personalmente me parece que en la vida hay algo más que eso. Ganarle, por ejemplo, tierra foránea al mar, interior, elaborando paciente pero apasionadamente al Yo; o solo intentar no condenarse a perpetuidad, viviendo el falso tedio de la costumbre, de lo establecido pero insuficiente: atreverse a probar ser serio jugando, en algo mucho más individualmente veraz. Así, no aprecio tanto desdecir aligerarme en el pasado, de haber sido realmente sincero, y explorado el límite, siempre propio, por dentro y por fuera. Quizá no pueda ser menos lerda mi forma de ser, pero de recordarlo con melancolía incluso. Sentir toda la densidad del espacio, acariciando las carencias sin tocarlas. Consumirse pero arder, realmente. El calarse hasta los huesos, durante una temporada, a pesar de luego decidir que es mejor resguardarse dentro de un fiable, y confortable, paraguas; no hace menos necesario, una vez en la vida, ese aproximarse insustituible, adolescente, del yo predispuesto al viaje de vivir como si el hoy no fuese a acabar mañana. Al menos, la juventud tiene esa verdad bella, no el engaño previsor y reconocible, y no confuso, es cierto, menos arriesgado, de aplazar, con más tino, aunque más en corto, la muerte indefinidamente. Que en eso consiste la madurez. Ser útil. Porque viendo otras certidumbres generales, consideradas en principio tan vitales, de una gran parte de mis congéneres, pienso que no les hubiera sobrado para nada pasar algo más de tiempo en el banco de pruebas. Y volver a ser alguien, real, viviendo de nuevo, por dentro. Yo ya dije, que tengo este problema con las intensidades de la rutina, pero soy yo y mis limitaciones: mis mentiras sigo tanteándolas, y las reconozco, espero, como mías. Los dioses de muchos, en cambio, hoy, ya no tienen remedio.



Wednesday 13 November 2013

Mejor ser cutre que carne para picar

Todo esto está muy bien expuesto, como se dice en mi tierra, sobre el hablar barato... Pero la matriz de demasiados conflictos comunes, está no en el hacer, sino en el no dejar hacer. Por ejemplo, uno quiere ir a tomar el sol en pelota picada, y mucha gente se molesta, o uno quiere que los inmigrantes no sean tratados como bestias, al menos puedan ser como mercancías, que suelen poder moverse libremente, y otros ponen el grito en el cielo de sus sospechados privilegios. Hay cosas demasiado indignas, eso lo tengo claro. Al servicio de la opulencia conservadora de todo el sistema. Personalmente, no tengo problemas en definir escuetamente lo que es agredir y lo que no. E incluso pasivamente, claro, sobre el negar el auxilio. Pero luego, creo que deberíamos aceptar el riesgo. Los derechos son cosas muy discretas. Elementales. Y no tienen porqué satisfacer ninguna mayoría como la salud pública. La vida social está llena de generalidades, que no son más que mitos. Mitos que benefician a un grupo pero criminalizan o sojuzgan al resto. La teoría a veces está para señalar esas arbitrariedades, y aunque el camino intermedio también es importante, vivo en la tierra, yo al menos creo que no pondría inconvenientes en aligerar la mochila de muchos lugares comunes, mixtificaciones siempre. Sería otro rollo, tal vez más incierto, y precario, al principio. Pero la verdad y la inteligencia, como dicen por ahí, siempre gana la partida a la voluntad. Mientras, nos queda vivir como fariseos, entre todo este inmenso tapón. Ya digo, no es cuestión de hacer acopio de dejadez, pero tampoco hay nada más triste que el asilo público, los he visto. Es mejor ser cutre, que carne para picar.


Buscando coche nuevo, y música para conducir...