Tuesday 6 January 2015

Biología expuesta

Estamos aquí, vivimos, porque somos, en parte al menos, como la realidad funciona autónoma y no solo como tropiezo siendo un triste duplicado natural e imperfecto. La carga moral, la culpa en cada uno, sé que pesa mucho más que ese instinto sin valor genuino extraño. Por eso nos disociamos y autoengañamos, tratando de evitarlo. La continuidad de mi mismo, en un sentido estricto y no mítico, a mi mente le importa bien poco. Que su pose tenga que ser terrenal y no descubrirla como fruto de una injustificada ambición y un autorepudio cobarde, no consigue mejorar las cosas. Ciertamente, a mi conciencia le atañe la verdad óptima y su mirada propia. ¡Qué y si sé que mi inconsciente sabe que dios y la coacción son solo un invento supersticioso, irreal y cohesionador basado en pillar cacho! Sin embargo todas las verdades individuales siguen siendo poderosas en nuestras cabezas. Por eso vaticinamos y estamos abocados a la acción aunque solo sea interior. Muchos somos cooperativos, pero dar la espalda a determinados credos comunes no es ninguna obra menor de volátiles y gente no demasiado apegada al medio ni a la viabilidad bacteriana. Poseo la convicción de que la conquista definitiva del individuo como ser social será la de su crítica más que aceptarse como teleología fáctica. Acertar a ver en uno, porque está en uno, que los otros, incluso él mismo, son a veces parte de un objeto mágico, identitario, con vocación totalitaria, una excusa de renuncia para no vivir o morir nunca. Permaneciendo falaz o escaqueándose a partes iguales, según los casos. Será el Fin de la Historia pero no de nuestra Biología.


 

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