Saturday 24 October 2015

Solo, en el bosque

El bosque como metáfora natural absoluta. Desde fuera, desde la perspectiva del paisaje, fascinantes y coloridos. Como esa chica bonita y de contrastes que los adultos/as no sexistas empiezan ya decididamente a relativizar. Impresión simple, espectro de la luz y proyección sobre planos simétricos. Espacio reducible a un juego de transparencias y curvas suaves, cuyas primeras derivadas sean continuas. Un espejismo. Tan fácil de aprehender como únicamente aparente. Exposición de imágenes e impresiones coloreadas cuya naturaleza iterativa y envolvente extrapolamos interiormente, completándolas en embelesada e ilimitada redundancia. Desde dentro, sin embargo, el bosque es “feo”, “sucio” y “agresivo”, preciosamente complejo y minúsculo. Ordenado e intenso, pero tan impredecible como finito. Un bosque desierto evoca tanto (¿es que es necesario decirlo?) porque nos remite a esas dos cualidades primigenias, subjetivas y escindidas propias de todas las cosas esencialmente humanas: la sensación real y una fantasía pura. Complejidad y belleza conviviendo imperfectamente acopladas. Tú mismo y en medio. Consciente romanticismo sin su inherente disociación. Sentido verdadero, integrado de la identidad, anhelado pero imposible. Un lugar único para morir en soledad, descolgado del ruido disipador de nosotros mismos. Aislados o quizá homogéneos, sin duda cortocircuitados, aunque plenos y singulares mientras tanto. Lejos de la pérdida y el embrollo. ¿Entregado? La vida es pelea.

(Editado, Julio 2017)

 

Saturday 17 October 2015

Tecnócratas en mi organismo

No creo que el medio sea el hombre. Y es innegable, que la psiquiatría, a veces es un implacable ejercicio de poder que impone al sujeto esta concepción por supuesto social, o mejor dicho, socialista. Si la persona no es autónoma, y por tanto es un individuo enfermo, no se trata de hacerlo más libre u optimizado, como sistema o parte separada del universo que es, sino que vale forzarle (integrar es algo muy diferente) una dependencia implacable al medio, que por supuesto son los hombres pero no el hombre.

Es esta concepción de poder, aquella laxa con la justificación del empleo de la coacción, lo realmente cuestionable de la psiquiatría como disciplina, no su alineación reduccionista con un práctico e instrumental modelo biomédico. El uso totalmente normalizado (y no excepcional) en hospitales de agudos, geriátricos o hasta centros de menores de la sujeción mecánica es por ejemplo algo bien claro de esto que planteo.

Aunque pueda sonar panfletario y que una motivación individual nunca llegue a ser un bien social, seguiré viendo razonable que la desacomplejada condescendencia de la psiquiatría con la involuntariedad hierva la sangre de tantos y de mí mismo.