Wednesday 13 April 2016

Dios, Jane Austen y un pellizco necesario

No vengo a postear contra los sentimientos religiosos que, bien es cierto, no puedo rebatir (más cuando creo firmemente que cierto grado de mentira es tan indispensable como la más prístina ley, ya sea en la construcción misma de la realidad o para satisfacerse con una realidad inventada pero 'mejor').

Mi disentimiento surge de las recurrentes noticias (culturales) que hay de dios. Del dios que me inculcaron. Son los creyentes, tradicionales o incluso new age (no quisiera que mi escepticismo sonase áspero) y su concepto reaccionario, mítico, del hombre (implícito en una creación voluntaria) el verdadero problema en ese idealismo dios. El dios preocupado por nuestras lucecitas.

Puede que a mí el bicho humano me fascine como mecanismo, aunque soy incapaz de reconocerle grandeza alguna (más fatuo todavía que calificarlo de irremediable víctima). A lo mejor es que hizo falta siglos para darse cuenta y yo pertenezco a esos estertores postmodernos, pero la condición esencial del hombre es su decadentismo. Que ya digo no significa tampoco verlo como un ser degenerado o con pecado original. Sin embargo, las ideas son necesarias. Y el hombre sin esa tumba moral es un ser peligroso.

Uno, es cierto, toca techo enfático después de releer adulto a Jane Austen. La sutileza, los sentimientos, el ocio, las pretensiones aun menos pedantes... Todo lo sublime aparece en sus libros como perfecto artificio y mentira burda. La escritora lo desvela a través de la más eficaz y natural de las ironías; rápida, punzante, abarcadora; riéndose suave pero implacable de los anhelos inevitables de sus personajes y ante todo de sí misma. Nada queda en pie salvo las impresiones sobre la naturaleza y su imprescindible pero pacata conciencia moral. Esa frontera únicamente material que otorga al hombre. Científica, la única puerta que puede abrir. Entender su máquina perceptiva, la gestión óptima de los recursos, cómo se inició el universo imagino... La plena autoconstatación ya sí de pertenecer y avanzar siendo un pequeño destello brillante, tan minúsculo como irracional, a partir de un pellizco necesario.


No comments:

Post a Comment