Sunday 9 July 2017

Dimensionar la enfermedad

Si se quiere en verdad ser riguroso, no tenemos mente sino que sentimos que tenemos una determinada ‘mente’. Que esta realidad sea tétrica para mí no conlleva sin embargo que mi futuro esté absolutamente determinado y cercenado. El cáncer, la esquizofrenia, el trastorno bipolar afortunadamente se tratan. No son una tara moral ni tienen una etiología social aparente. Tampoco sé si decir esto con convicción reduccionista le vale a todo el mundo. Pero al menos me parece tan legítimo como el que desea agarrarse antes o después del cataclismo (en mi caso ha pasado aún poco más de mes y medio) a una fe traumática pero etérea, supuestamente más fraternal, para explicar/se culpando de lo sucedido a algo ajeno a su propio cuerpo. A pesar de que haya aprendido a defenderme de mí, a identificar cuándo me pongo mal mediante la duda sistemática para con ideas mágicas y preconcebidas, atributivas o románticas, tentadoras siempre. Sosteniendo por el contrario ya hace tiempo una persistente conciencia de enfermedad tangible en todo. Ciertamente es un arma, ensayada y poderosa lista para compartir su verdad. Porque incluso abrumado por sentimientos devastadores, te permite sospechar de las más atroces sospechas o de las mayores vertiginosas grandilocuencias, sensaciones en principio refractarias, tan básicas y primarias como desenmascaradas solo probables y tramposas. Mantenerte sin claudicar en ese terror del juicio alterado llevado por dentro. Viendo tus muñones materiales, sus variadas regresivas invaginaciones; aceptar cómo se va destripando, despedazando y atomizando tu mundo subjetivo. Horrorizado pero siendo consciente en gran medida de todas las deformaciones. No sé si hay otra manera. Para mí conocerse, dimensionar el abismo natural, resulta lo realmente decisivo para exigirte calma cuando estás estable y, por supuesto, para lograr soportarte y querer exigir ayuda cuando así te alteras, de forma mental, pero sin género de duda materialmente.


No comments:

Post a Comment