Un enfermo que no se rinde, un enfermo
que tenazmente persiste demandando atención a través de su
enfermedad, que no se recoge de algún modo en su propio dolor, ni en
los límites de su cuerpo, y los hace valer, y por tanto también
los niega, confunde y hace mucho daño: sobre todo cuando no mejora.
No hay necesidad de ser una presa ni de compadecerse o amedrentarse,
pero no reconocerse no es la actitud. Creo que hay que evitar
reivindicarte sin más, aunque el problema de salud sea importante.
Es ubicarse. Preferible redefinir todas las fuerzas, y ser constante.
Lo critico, pero también tiendo bastante a acomodarme. La atonía de mi
propio ganado desahucio, influye. Es verdad. Pero la rutina sé que
es no dejar disiparte tu mismo. Tener claro esa síntesis. Hasta
ahora, el único mérito pertinaz mío es no haber querido esquivar
los errores. Estos dos próximos años de retos en mi vida son
cruciales. Y vivir adaptado, centrándose espontáneamente.
Echarse atrás, en un amigo no siempre está tan mal
Echarse atrás, en un amigo no siempre está tan mal