Saturday 22 December 2018

Guasa o no

Quiero pensar que el humor nunca es ofensivo. Que en su motivación no prima más que una elipsis honesta sobre la gravedad de la realidad, forzando el chistoso simplemente un abstracto y empático "contraste de emociones". Pero sería investir al gracioso habitual de un talante blanco, sutil e incluso intelectual. El humor social real suele ser un plato más o menos ingenioso de sal muy gruesa y espuria. Porque aunque la teoría de la guasa podrá ser un mundo inabarcable pertenece exclusivamente al ámbito de las "amistades peligrosas". Al arte de manipular. De la manipulación de la autoestima ajena pero sobre todo de la propia camuflada. A lo sumo, siendo complaciente, una ingeniería moral inversa.
No soy yo ningún dechado de virtud, pero si se trata de convivir (y no de esgrimir un arma) prefiero cultivar la simpatía sin más, antes que el humor propiamente dicho (un condimento social muchas veces innecesario que tiene siempre algo de mezquino). Bueno, es mi opinión. Reconozco últimamente mi piel también está muy fina. Y cierto grado de locura y chispa es imprescindible.


Saturday 15 December 2018

Ful

A ver... Uno comenta a veces parcialmente "escotomizado" y puede dar la impresión de no tener filtro en su escepticismo. Las palabras enardecidas de la condición humana me impresionan mucho. Más que la frialdad del psicópata [sin delito] o la candidez del solitario. Se me ha ido la olla (y así en general).

Sunday 23 September 2018

Vida sana

Respecto al tabú lógicamente mal planteado de "verdad". Dual. La individual frente a la social. ¿Cómo se reconstruye el puzle? La acción y el suceso ¿Es un puzle una realidad certera? Tantas preguntas... Latentes. El periodismo sin porqué no digo que sea inviable, pero suele caer a tal fin en el acartonado despropósito. La ética del saber es siempre una guía con mejor estilo (no digo sea el caso) que el chisme. Es un mito que la objetividad nace solo de vísceras y entrañas. Ciegas. Leeré este libro aunque únicamente por la controversia.


Saturday 15 September 2018

Falso negativo vs estigma impracticable

Cumplo 28 años. El jefe del servicio, impasible, me da alguno de los tirones de orejas de rigor. Decir me siento abrumado es excesivo, simplemente me parece condescendiente. Salvo por esa subterránea indignación, yo no siento demasiado. Me he autodiagnosticado y el nombre técnico que utilizo es anhedonia. Aunque ellos prefieren llamarle “anestesia afectiva”. Soy incapaz de llorar. Siento una impotencia inescrutable, pavorosa. Y un halo, un brillo raro que me desconcierta. Me ven deprimido, yo me siento atrozmente insensible. He estado un mes retenido pero han evitado darme un informe. No se lo he exigido. Supongo tienen dudas. A mi hermano le han dicho que no quieren hacer profecías. Pienso en nada, me bloquea este insólito estupor. El médico que me sigue ambulatoriamente -no se ha presentado en la sesión clínica programada-, se disculpa y con su sorna y descaro característico me espeta si aún apetece ir de plañidera al show de Isabel Gemio. Paradójicamente no me cuesta reaccionar ante este pretendido trato asertivo. Me digo hacen caso y “activan”. Creo me dejo impresionar por su estatus. Aparento una inteligencia y modales en las consultas que íntimamente dudo nunca poseyera. Pero percibo ya el doble rasero. Un soterrado nihilismo que me contamina. Así que quiero intentarlo solo, por mi cuenta. Dejar definitivamente la medicación. Vuelvo a trabajar durante una temporada, pero a encadenar recaídas en un desenfreno ególatra, absurdo y desprovisto del menor límite circunstancial. Con la vaga esperanza de que todo remita sin más. 10 años después me he desanudado y despresurizado sin remedio. Algo con lo que yo no contaba.

Dos años antes de este ingreso por depresión, aún trabajaba de repartidor y fregando platos. En un restaurante del centro, al lado de la facultad donde estaba matriculado. Si casi no asistía a clase y pasaba las tardes en la biblioteca general leyendo libros de psiquiatría, reconozco tenía una intensa vida social, en las cafeterías y bares de la ciudad, antes y después del trabajo. Amigos y amigas con los que me dedico a departir, disfrutar y “vivir” sin esperar a mañana. Ni tenía regladas revisiones ni se me suponía ningún perfil de “cronicidad”. Con 23 recién cumplidos, en mi primer episodio, luego de ingresar virtualmente desconectado, recuperara de manera súbita la lucidez sin precisar medicación...

¿Además de mi temeridad, me condicionó esta inicial benignidad? Seguramente…. El estigma impracticable no me ayudó nunca a asumir otra cosa. A tomar mis pastillas y hablar de ellas y mi enfermedad con serenidad.


Thursday 28 June 2018

Ideología en compañeros

Un compañero de adversidad en la vida real me ha puesto en un brete e inquerido dónde me posiciono yo políticamente. Le he dicho que en el centro-izquierda. Y que voto a según quién dependiendo de la coyuntura pero me considero un liberal socialista. No sé si me ha entendido. Como ha insistido, me debe ver de la cuerda de Albert Rivera, le he comentado que podría decidirme próximamente por la papeleta de la socialdemocracia. Entre otras cosas, aunque no se lo he dicho, me interesa la legalización del suicidio asistido. Creo en un sistema social [solidario]. Sin embargo (y esto nos separa) respeto profundamente los matices que aporta la gente de mentalidad más conservadora a este. Su guía ética basada en la tradición y una suerte de moderno "pesimismo" antropológico me parece bastante más sensata, explícita y sujeta a valoración contraste y rectificación que la omnipotente y racionalista de la izquierda más extremista. Utópica (naive) por naturaleza. Puede que sea partidario de algunos artefactos técnicos muy socialistas, redistributivos como la renta básica universal, pero desde luego creo en la importancia de las instituciones que tenemos actualmente, instituciones como la propiedad privada para vertebrar la sociedad, las familias y el individuo. Aparte de la solidaridad como bien común, respeto esencialmente la libertad de emprender, destacar o prosperar. Una diferencia que yo no poseo, pero acepto exista. Pienso que es además el sentir general.


Tuesday 29 May 2018

La autopista moral de la conciencia

Sigo viendo la mente como un sistema cognitivo autónomo aun se sincronice emocionalmente (vincule) cuando está sana con el entorno. Dado que las leyes físicas de los fluidos son las que son, las alas de un pájaro no pueden tener cualquier diseño. Así, la moral no sería más que un subproducto necesario en la compleja autosuficiencia de la materia que se sabe reflexiva. Un guarismo de proporcionalidad que aunque dicta consignas en el fondo nos satisface, y que regularía la expresión del universal humano de ser o no ser. Porque practicar la saña y aprovecharse del semejante no es lo mismo que sentirse concernido o benefactor. Entregarse al placer inmediato igual que mantenerte responsable. El bien idéntico al mal. No, no creo que la moral esté solo ahí para el control unívoco del otro. La moral es sobre todo un sistema de coherencia al que se le da crédito desde lo más genuino de nuestra consciencia, una forma de simetría para nuestro proceder a través de algo autoimpuesto pero que se acepta como mejor. Por y para la propia la conciencia de sí. Por eso entiendo que cuando no se asume propia a veces tienda a ser algo mesiánica. O pueda convertirse en una carga, nos disociemos para evitarla, y siga siendo tan elástica como para exigírsela a los demás. Dotándonos en fin de esos sentidos moralistas, bastardos. Sin duda la conciencia está ensamblada a partir de muchas piezas y compartimentos que no son estancos, pero funcionaría como una mecánica heterogénea en donde la moralidad se explica igual que la atracción consciente y flexible por la belleza, mediante un proceso psíquico del recreo y la fascinación, que sin perder versatilidad en su caso se enfoca a la seriedad y una existencia subjetiva pero real del compromiso con uno y el medio en general.


Thursday 24 May 2018

El fluir del cálculo y rehabilitarse

La única diferencia entre la realidad y la ficción es que solo la segunda tiene sentido. Por el resto, las matemáticas ponen en relación, y demuestran, su exactitud en común. Aparte de revisar por hiperglucemia las bisagras químicas que uso para sostener mi implosiva y quebradiza estructura mental, en tal fascinante disciplina y sus pormenores me sumergiré este verano (aunque sea de leve a moderada, tengo reconocida una discapacidad y estudiar de nuevo en la uni nos lo facilitan más). Si no vuelve a saltar todo por los aires, queda también el prepararse unas opos que da igual sean o no de auxiliar (casi mejor) para el otoño-invierno.

Entumecido y más lisiado, pero seguimos. Lo único que me puede parar ahora es otra embestida al ajustar el fármaco, vaciarme definitivamente en la cognoscitiva e imprevisible furia de la marea…


¿La vida es el fluir del cálculo? Supongo que sí. Si lo hubo, siento de veras el mesianismo de parte.