En su día en el blog los días de la playa
Vaya, ahora lo auténtico es la pretenciosa rutina de cada día y su
pátina de emociones prefabricadas, engrasadas como un guante para
sobrevivir, total para que al final la vida se devore a sí misma. El
hombre adulto, y sus ficciones de bajo perfil. Personalmente me parece
que en la vida hay algo más que eso. Ganarle, por ejemplo, tierra foránea al mar, interior, elaborando paciente pero apasionadamente al Yo; o solo intentar no condenarse a perpetuidad, viviendo el falso tedio de la costumbre, de lo establecido pero insuficiente: atreverse a probar ser serio jugando, en algo mucho más individualmente veraz. Así, no aprecio tanto desdecir aligerarme en el pasado, de haber sido realmente sincero, y
explorado el límite, siempre propio, por dentro y por fuera. Quizá no
pueda ser menos lerda mi forma de ser, pero de recordarlo con
melancolía incluso. Sentir toda la densidad del espacio, acariciando
las carencias sin tocarlas. Consumirse pero arder, realmente. El calarse
hasta los huesos, durante una temporada, a pesar de luego decidir que es
mejor resguardarse dentro de un fiable, y confortable, paraguas; no hace
menos necesario, una vez en la vida, ese aproximarse insustituible,
adolescente, del yo predispuesto al viaje de vivir como si el hoy no
fuese a acabar mañana. Al menos, la juventud tiene esa verdad bella, no
el engaño previsor y reconocible, y no confuso, es cierto, menos
arriesgado, de aplazar, con más tino, aunque más en corto, la muerte
indefinidamente. Que en eso consiste la madurez. Ser útil. Porque viendo
otras certidumbres generales, consideradas en principio tan vitales, de una gran parte
de mis congéneres, pienso que no les hubiera sobrado para nada pasar
algo más de tiempo en el banco de pruebas. Y volver a ser alguien, real,
viviendo de nuevo, por dentro. Yo ya dije, que tengo este problema con
las intensidades de la rutina, pero soy yo y mis limitaciones: mis
mentiras sigo tanteándolas, y las reconozco, espero, como mías. Los
dioses de muchos, en cambio, hoy, ya no tienen remedio.
Friday, 29 November 2013
Wednesday, 13 November 2013
Mejor ser cutre que carne para picar
Todo esto está muy bien expuesto, como se dice en mi tierra, sobre el hablar barato... Pero la matriz de demasiados conflictos comunes, está no en el hacer, sino en el no dejar hacer. Por ejemplo, uno quiere ir a tomar el sol en pelota picada, y mucha gente se molesta, o uno quiere que los inmigrantes no sean tratados como bestias, al menos puedan ser como mercancías, que suelen poder moverse libremente, y otros ponen el grito en el cielo de sus sospechados privilegios. Hay cosas demasiado indignas, eso lo tengo claro. Al servicio de la opulencia conservadora de todo el sistema. Personalmente, no tengo problemas en definir escuetamente lo que es agredir y lo que no. E incluso pasivamente, claro, sobre el negar el auxilio. Pero luego, creo que deberíamos aceptar el riesgo. Los derechos son cosas muy discretas. Elementales. Y no tienen porqué satisfacer ninguna mayoría como la salud pública. La vida social está llena de generalidades, que no son más que mitos. Mitos que benefician a un grupo pero criminalizan o sojuzgan al resto. La teoría a veces está para señalar esas arbitrariedades, y aunque el camino intermedio también es importante, vivo en la tierra, yo al menos creo que no pondría inconvenientes en aligerar la mochila de muchos lugares comunes, mixtificaciones siempre. Sería otro rollo, tal vez más incierto, y precario, al principio. Pero la verdad y la inteligencia, como dicen por ahí, siempre gana la partida a la voluntad. Mientras, nos queda vivir como fariseos, entre todo este inmenso tapón. Ya digo, no es cuestión de hacer acopio de dejadez, pero tampoco hay nada más triste que el asilo público, los he visto. Es mejor ser cutre, que carne para picar.
Buscando coche nuevo, y música para conducir...
Buscando coche nuevo, y música para conducir...
Subscribe to:
Posts (Atom)