En su día en el blog los días de la playa
Vaya, ahora lo auténtico es la pretenciosa rutina de cada día y su
pátina de emociones prefabricadas, engrasadas como un guante para
sobrevivir, total para que al final la vida se devore a sí misma. El
hombre adulto, y sus ficciones de bajo perfil. Personalmente me parece
que en la vida hay algo más que eso. Ganarle, por ejemplo, tierra foránea al mar, interior, elaborando paciente pero apasionadamente al Yo; o solo intentar no condenarse a perpetuidad, viviendo el falso tedio de la costumbre, de lo establecido pero insuficiente: atreverse a probar ser serio jugando, en algo mucho más individualmente veraz. Así, no aprecio tanto desdecir aligerarme en el pasado, de haber sido realmente sincero, y
explorado el límite, siempre propio, por dentro y por fuera. Quizá no
pueda ser menos lerda mi forma de ser, pero de recordarlo con
melancolía incluso. Sentir toda la densidad del espacio, acariciando
las carencias sin tocarlas. Consumirse pero arder, realmente. El calarse
hasta los huesos, durante una temporada, a pesar de luego decidir que es
mejor resguardarse dentro de un fiable, y confortable, paraguas; no hace
menos necesario, una vez en la vida, ese aproximarse insustituible,
adolescente, del yo predispuesto al viaje de vivir como si el hoy no
fuese a acabar mañana. Al menos, la juventud tiene esa verdad bella, no
el engaño previsor y reconocible, y no confuso, es cierto, menos
arriesgado, de aplazar, con más tino, aunque más en corto, la muerte
indefinidamente. Que en eso consiste la madurez. Ser útil. Porque viendo
otras certidumbres generales, consideradas en principio tan vitales, de una gran parte
de mis congéneres, pienso que no les hubiera sobrado para nada pasar
algo más de tiempo en el banco de pruebas. Y volver a ser alguien, real,
viviendo de nuevo, por dentro. Yo ya dije, que tengo este problema con
las intensidades de la rutina, pero soy yo y mis limitaciones: mis
mentiras sigo tanteándolas, y las reconozco, espero, como mías. Los
dioses de muchos, en cambio, hoy, ya no tienen remedio.
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