Thursday 20 July 2017

En otra onda privada

A lo mejor en vez de una incitación al vital escepticismo esto quede en puro y duro efectismo nihilista. Es muy posible, porque todo es recreación y personalmente mis a salto de mata sintácticos no dan para mucho más de sí. Lo que no quiere decir que necesariamente me conforme o apoque por ello. Aunque sí quiero defender que se puede ser torero, ocurre la mayoría de las veces para casi todo, y acobardarse por ejemplo en los ascensores. O es la contradicción y cierto grado de impostura, o es acabar siendo un torero inconsciente. Lo digo porque parece como si por el hecho de subirse a un escenario, sea pretendido o real, la vida es un escenario, se esté ya blindado frente a la inevitable teatralización de la propia intimidad. Más o menos afectada pero al fin y al cabo siempre social o individualmente fingida. Dirigida. Interpretada. Concretando algo más, que la naturalidad sea la más irritante de las poses no lo suscribo, pero que no deja de ser de las más posibles por apreciadas, seguro. Qué otra cosa sería sino la belleza que naturalidad y enmarcada, cosa bonita subida a una tarima de poder. Por otro lado, viene a cuento de lo mismo, el artista no es más que el sujeto capaz de hacer crear bullicio interior al espectador. Invadirlo de vibración subjetiva. Qué mayor artificio y disfraz que esta instrumentalización de la fantasía más o menos compleja del prójimo. La de aflorar ilusiones. Salvo en cuestiones morales y de pura supervivencia, todos mis sentimientos y sus graduaciones me parecen completamente válidos. Me los haya contado un creador o no. No creo exista ninguna certeza en el mundo subjetivo. Somos lo que queremos pero no lo que sabemos de nosotros, porque afortunadamente es imposible conocerlo con precisión. Bajo estas reales pero inciertas coordenadas, sigo encantado por usarme y querer sentir, incluso a mi desidia más acérrima, sin acertar a presentir qué puede ser el supuesto faro de lo “auténtico”, el significado que pueda tener hoy ese adjetivo incivilizado. ¿Regreso sin billete de vuelta a lo primigenio? Ni lo veo útil ni sensato. Lo que no deja de ser tampoco mi propio criterio: en la vida pública admitida real sé que unos hablan o mandan mucho y otros les harían el trabajo sucio, en el fondo solo el medio para justificar permitirse más de lo mismo (dirimir la vida veraz consistiría en medirse el pene con un calibre), y yo ya estoy en otra onda privada.


No comments:

Post a Comment