Wednesday 9 March 2016

Déjate cuidar

Siendo creo mucho más optimista que un filósofo de la sospecha como Nieztsche, la concepción de la Voluntad de Poder como motor de la civilización (y aquello de que la humildad o la compasión humana es solo fruto de apariencias, moral en todo caso con que se dotan únicamente los esclavos) siempre me ha parecido una idea más persuasiva que cualquier deflacionaria vis, o doblez, de innato y utópico igualitarismo que parece también nos sería propio a la condición humana. A lo mejor es que estoy por completo equivocado (lo digo muy en serio) pero al ver condensadas por ahí tan esenciales y participativas pero obligadas motivaciones, no puedo evitar me embargue un olor a blanqueador que termina por nublar todo lo que rodea. No lo veo algo tan espontáneo. Cómo podría girar el mundo bañado en una moral tan tan... terapéutica!! Sin diferencia de presión fuera-dentro. Entre el Yo de uno y la realidad. Claudicando de la iniciativa propia, egoísta, ambiciosa... Porque una cosa es articular instituciones y vincularse a un equipo humano cooperando en pos de un objetivo (en el fondo todo metas materialistas y personales) y otra vivir en un estado social de continúo masajeo común y funcional. Sin fantasías, enemigo interno, diferencias. Ni tan siquiera poseer el escepticismo vital, logro ilustrado pero contemporáneo, de que la vida no tiene el más mínimo sentido especial. Hasta la mejor relación de amistad es un perpetuo, y a veces fatigoso, toma y daca.


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