Monday 14 March 2016

Lo inhumano de dejar alguien a la deriva

Si la vida ha dejado huella en uno basta para morir tranquilo. Porque hay cosas y cosas. Conozco el éxtasis pero también cómo puede dispararse el cerebro de dolor, el horror mental, y describirlo como una tortura china o de la inquisición es decir muy poco. Afortunadamente, siempre sale el sol. Sin embargo, no sé cómo se muere realmente la conciencia de uno, si a fogonazos limpios o instantáneamente, desenchufada literalmente de la toma general. Off. Me temo que no, que agonizar es parte de la desaparición de un ser debilitado pero que está equipado para aferrarse. Preocupante sería el tiempo, lo que pueda durar el mal trago ese de desmembrarse. No pretendo ser desagradable, pero he visto gente morir con el cáncer saliendo de las órbitas de los ojos. Y luego pienso lo expeditivo y voluntario que es un revólver de calibre medio o un octavo piso, aunque me decante más por colgarme, quizá aturdido con algún narcótico, suspendido romántico de un árbol en plena naturaleza. El problema, aparte del tiempo, siempre es el espacio común y sus reliquias, por supuesto. Individualmente, frente al olvido y si no me hubieran dejado marca, no hay color.


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