Tuesday 1 January 2019

No sentir la medicación

Hace tiempo que decidí, consensuándolo con mi médico, prescindir de eutimizantes estrictos y del uso crónico de ansiolíticos. Prefiero regularme utilizando más antipsicótico. Un antipsicótico te quita cosas (podría decir que no) pero entre sus perjuicios no está desgastar el ya debilitado intelecto (templan, si acaso, la emoción) y mucho menos inducir "emborracharte" (como sí me ocurre con las benzodiacepinas). Es que aparte de sostenerme mejor como fundamental bondad, valoro mucho el hecho de procurarte un más grato y suave acoplamiento (integración) en la identidad. Enriqueciendo (al menos subjetivamente) mi personalidad más o menos disociada (estructuralmente). Llenan. Puedo dar fe de ello. Lo percibo sobre todo cuando la dosis es adecuada (no en exceso alta). La verdad, lo he dicho muchas veces, conozco poca gente que le entumezcan interiormente y lo expresen así. Pueden analizarse por fuera más "parados", menos frescos, más apáticos a veces. Son anhelos. Por dentro, no se notan tanto. Y con el tiempo acabas siempre por reconocerte más organizado, genuino o estable. El rechazo, si surge, aparece al principio. Por contraste. Como cuando bruscamente te zambulles para nadar en el mar frío (pudiendo hasta perecer luego por hipotermia sin enterarte). Al mes, por ejemplo, el acomodo es brutal. Sonará desmitificador, pero la sensación interna de una intoxicación paulatina con antipsicóticos no es de opresión. Son como una camisa vaporosa que te cubre la mente. Que únicamente sientes al vestirte o desnudarte. Y no cuando paseas tranquilamente por la calle. Una leve inercia, si te fijas o vas demasiado abrigado entonces asfixia. Ni siquiera tienen porque verte almidonado si te respetan la ficha técnica. Y eso es todo, supongo. Feliz Año.

Revisado 27 Enero 2019

No comments:

Post a Comment