Thursday 3 October 2019

Sin solución de continuidad (I)

La intención de esta serie de textos y reflexiones no es exactamente narrar la verdad de mi locura y la personalidad que la contenía. Soy pésimo para el relato, sea este una puerta abierta a la racionalidad o no. No se me da bien contar historias. Así que me conformaré con autoplagiar el pasado a mi dictado sin dejar ya nada suficientemente importante que decir, y tratando de mostrarlo, si es posible, con un favorable toque de amenidad e instrucción.

A fin de cuentas, y a pesar de mi deterioro intelectual, la vida siempre es un tangible y tiene su historia. Una historia que si es real, aparte de contar hechos, unos hechos, debería ser algo aleccionadora y grata de aprehender. Sé que este punto de vista formal puede resultar provocador, a lo mejor vacuo y moralizante, pero toda información dada posee su propio e imprescindible hilo y un tono subjetivo con el que se evita caer en la fragmentación. Creo es preferible aceptarlo y elegirlo desde un principio conscientemente.

Aunque no me quiero extender sobre ello, es evidente, por ejemplo, los periódicos nos cuentan las noticias, las noticias no son solo hechos, sino seleccionadas y juzgadas como poco en presunto estilo neutral como “accidentes”. Una forma desgarrada aunque como cualquier otra de dar cohesión a lo que se nos transmite. Personalmente, me gustaría esa información fuese siempre tan precisa y objetiva como ilustrativa. Además, es mi caso concreto, sin asearse en demasiadas pretensiones estilísticas. Y eso es mucho más que no querer cuestionarse dejándola en el aire para que al final nunca hable por sí misma... [o que no aceptar la intimidad acotada ha dejado de ser expresable]

De todos modos, la motivación última de escribir esta agrupación de posts ha sido la necesidad de poner orden en mi rota memoria para reducir mejor la comprensión de mi enfermedad mental grave. Enfermedad que sacudió y supongo aún distorsiona mi identidad hasta extremos difícilmente reconocibles. Un trastorno mental grave que sin duda puede derrotarte en un momento dado, pero que con la compasión suficiente y la consciencia adecuada afuera y adentro, creo no debería impedir el autocuidado o la capacidad de reconstruirte.

Sea como sea, social e individualmente, mi libertad, curiosidad y dignidad irán de la mano sin préstamos excesivos. Como siempre lo hicieron. Lo cual no deja de ser una virtud o un imperdonable error.

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